Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro - Señal de Fe | Oraciones Poderosas Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Oh Madre del Perpetuo Socorro, refugio de los afligidos y esperanza de los desesperados, hoy me postro ante Ti con el corazón lleno de fe y confianza. Tú, que jamás abandonas a quien te invoca con amor, escucha mi voz en este momento de súplica y necesidad. Madre tierna, te saludo con devoción y te reconozco como mi protectora constante, aquella que vela por sus hijos día y noche, sin cansarse jamás. Bajo tu mirada misericordiosa encuentro consuelo, y en tu abrazo maternal descubro la presencia viva del amor de Dios.

Virgen del Perpetuo Socorro, luz que nunca se apaga, guía mis pasos en medio de las sombras de la vida. Cuando el miedo me paralice o la tristeza me invada, recuérdame que no estoy solo, que tu mano me sostiene y tu corazón intercede por mí ante el trono del Altísimo. Eres la Madre del consuelo y del auxilio, la que con dulzura recoge nuestras lágrimas y las presenta ante tu Hijo Jesús como ofrenda de esperanza.

Madre Santísima, reina de la misericordia y del perdón, mírame con tus ojos de ternura y escucha mi clamor. Tú conoces mis luchas, mis debilidades, mis caídas y mis miedos. No me rechaces por mis errores, sino fortaléceme con tu amor. Enséñame a levantarme cada vez que tropiece y a confiar plenamente en la gracia de tu Hijo. Que nunca me falte tu socorro en los momentos de dolor, ni tu consuelo en las horas de oscuridad.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, modelo de fortaleza y de fe, tú que permaneciste firme al pie de la cruz cuando muchos huyeron, enséñame a mantenerme fiel incluso en medio de las pruebas. Que tu ejemplo me inspire a soportar con paciencia las dificultades de la vida, sabiendo que en cada cruz también florece la esperanza. Ayúdame a cargar mis propias penas con serenidad, recordando que tú caminas conmigo en silencio, como una madre que no abandona jamás.

Oh Virgen amorosa, defensora de los que sufren, te pido que intercedas por todos los que hoy te necesitan. Por las madres que lloran a sus hijos, por los enfermos que esperan su curación, por los que no tienen trabajo ni alimento, por los que han perdido la fe y sienten que ya no hay salida. Extiende tu manto de socorro sobre ellos y hazles sentir tu presencia, esa presencia que transforma el llanto en paz y la desesperanza en luz.

Madre del Perpetuo Socorro, escudo contra todo mal, protege nuestros hogares de la división, de la violencia y del desamor. Llena nuestras casas de oración, de ternura y de respeto. Que en cada familia reine la comprensión y el perdón, y que nunca falte la fe en tu Hijo Jesús. Ven, Madre Santa, y quédate en nuestro hogar, porque donde estás tú, el enemigo no tiene poder.

Madre bondadosa, intercede por los pecadores, por aquellos que han olvidado el camino de Dios, por los que viven en angustia o esclavitud del pecado. Tú, que eres fuente de compasión infinita, alcánzales la gracia del arrepentimiento y la conversión. Que todos puedan experimentar la dulzura de tu socorro y el poder de tu amor maternal.

Oh Virgen del Perpetuo Socorro, estrella en medio de la tormenta, cuando mi fe se debilite, enciende en mí la llama de la esperanza. Cuando mi corazón se enfríe, abrázalo con el fuego de tu amor. Cuando el cansancio me venza, recuérdame que tu mirada está sobre mí, que tus manos no me sueltan y que tu voz me llama a seguir adelante.

Madre querida, enséñame a amar como Tú amaste, con un amor puro, desinteresado y fiel. Enséñame a servir a los demás con humildad y alegría, a perdonar sin condiciones y a confiar sin miedo. Que en cada palabra y en cada gesto de mi vida se refleje la ternura que recibo de Ti.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Madre del amor eterno, toma mis preocupaciones, mis enfermedades, mis miedos y mis sueños, y preséntalos ante tu Hijo amado. Confío plenamente en tu intercesión, porque sé que ningún corazón que te busca queda sin consuelo. Tú eres mi refugio en la tormenta, mi luz en la oscuridad, mi esperanza cuando todo parece perdido.

Bajo tu amparo me cobijo, oh Madre fiel. No permitas que me aparte jamás de tu protección. Guía mis pasos hacia la voluntad de Dios, fortalece mi fe en los momentos de duda y enséñame a vivir con gratitud y entrega. Que mi corazón permanezca siempre unido al tuyo, y que en cada respiración pueda decir con amor: “Madre del Perpetuo Socorro, no me abandones jamás”.

Y cuando llegue la hora de mi partida de este mundo, tómame de la mano, como una madre toma la mano de su hijo, y condúceme hacia tu Hijo Jesús. Que mi alma descanse en la paz eterna de su presencia, y que en el cielo pueda alabarte por los siglos de los siglos, junto a los santos y los ángeles.

Oh Virgen del Perpetuo Socorro, hoy te consagro mi vida, mi familia, mis luchas y mis esperanzas. Sé mi guía en el camino, mi defensa en el peligro y mi consuelo en toda tribulación. Te entrego mi corazón, Madre querida, con la certeza de que en tu amor encuentro el auxilio que jamás falla.

Amén.

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