.jpg)
Amado Dios, en este nuevo amanecer de viernes me acerco a ti con el corazón lleno de gratitud y esperanza. Gracias por el regalo de la vida, por abrir mis ojos a un día más y permitirme respirar la brisa fresca que anuncia tu presencia. Cada instante de este despertar me recuerda que tu amor es eterno y que tu misericordia nunca me abandona. Hoy deseo comenzar mi jornada poniéndolo todo en tus manos, porque sé que en ti encuentro la fuerza, la paz y la dirección que necesito.
Señor, en medio de mis luchas y preocupaciones, me detengo para reconocer que sin ti no soy nada, pero contigo lo tengo todo. Te entrego este día con todas sus alegrías y sus retos, confiando en que tu gracia me sostendrá en cada momento. Que mi vida, mis palabras y mis acciones sean un reflejo de tu bondad, para que quienes se crucen conmigo puedan sentir que tu luz habita en mi interior.
Padre bueno, dame un corazón agradecido que no se deje vencer por la queja ni por el desánimo. Enséñame a mirar lo positivo, a descubrir tu mano en lo sencillo y a valorar cada detalle que me regalas. Quiero aprender a vivir con plenitud, confiando en que tú siempre provees, incluso cuando las circunstancias parecen inciertas. Dame la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar y la valentía para transformar lo que está en mis manos.
Hoy te presento a mi familia, Señor. Protégelos bajo tu manto y concédeles salud, paz y fortaleza. Bendice su trabajo, sus estudios y cada paso que den. Te ruego que este viernes esté lleno de oportunidades para crecer en amor, en unidad y en fe. Que ningún mal nos aparte de tu camino y que siempre podamos reconocerte como nuestro único refugio.
Señor de misericordia, intercedo también por quienes hoy se sienten cansados, enfermos o desanimados. Extiende tu mano poderosa sobre ellos y regálales consuelo. Que en medio de la enfermedad encuentren esperanza, en medio de la tristeza encuentren alegría y en medio de la soledad sientan tu compañía fiel. No permitas que nadie se sienta abandonado, porque tú eres un Dios cercano que escucha y responde.
Padre eterno, te pido que en este día me des la capacidad de perdonar y pedir perdón. Que ninguna herida del pasado me robe la paz que me ofreces hoy. Libérame de rencores, de cargas inútiles y de pensamientos que me alejen de tu luz. Que tu Espíritu Santo me llene de humildad y me enseñe a amar como tú amas, con un amor puro, sincero y sin condiciones.
Hoy me dispongo a caminar con fe, a vivir este día con entusiasmo y a sembrar bondad donde quiera que vaya. Que mis palabras sean fuente de aliento, que mis gestos transmitan ternura y que mi vida refleje siempre tu presencia. Dame la gracia de servir con alegría, de compartir lo que tengo y de estar dispuesto a ayudar al que lo necesite.
Señor, en tus manos dejo mis proyectos y mis sueños. Tú conoces mis anhelos más profundos y sabes lo que realmente necesito. Si es tu voluntad, abre puertas que nadie pueda cerrar y cierra aquellas que no me convienen. Dame sabiduría para tomar decisiones correctas y paciencia para esperar en tus tiempos perfectos.
Al concluir esta oración, quiero pedirte que bendigas mi día entero. Que la jornada que comienza esté llena de esperanza, de oportunidades y de frutos abundantes. Que cada paso que dé me acerque más a ti y que nunca olvide que tú eres mi guía, mi fortaleza y mi salvador eterno.
Amén.
“Protégeme, oh Dios, porque en ti me refugio. Yo digo al Señor: Tú eres mi Señor; fuera de ti no tengo bien alguno.” Salmo 16:1-2.