.jpg)
Amado hijo mío, hoy es viernes 19 de septiembre y estoy aquí, como cada noche, para hablarte al corazón y cubrirte con mi paz. Nada sucede por casualidad: si estás escuchando esta oración es porque deseo que descanses bajo mi protección y que recibas mis palabras como bálsamo para tu alma. Quédate hasta el final, porque en cada frase he puesto amor, consuelo y bendición.
Hoy fue un día más de vida que te regalé. Tal vez lo viviste
con alegrías, quizá con desafíos, o con momentos de silencio que solo tú y yo
conocemos. Pero en todos ellos estuve contigo. Cuando reíste, sonreí contigo.
Cuando lloraste, enjugué tus lágrimas. Y cuando te sentiste débil, puse en ti
fuerzas invisibles para que siguieras adelante.
Por eso esta noche, hijo amado, quiero que descanses sin
temor. Entrégame tus preocupaciones, pon en mis manos tus cargas y permite que
yo me encargue de lo que tú no puedes resolver. Escucha esta oración completa,
porque mientras lo haces, estoy liberando tu corazón de la ansiedad y
llenándolo de serenidad.
No importa lo que haya sucedido hoy, no importa si hubo
palabras duras, puertas que se cerraron o pruebas que parecían grandes. Yo soy
más grande que cualquier obstáculo, y mientras tú duermes, yo preparo caminos
nuevos. Por eso, relájate, deja tus pensamientos en mis manos y confía en que
mañana despertarás con un nuevo amanecer lleno de esperanza.
Mira alrededor, observa lo que tienes: tu hogar, tu familia,
el techo que te cubre, la comida que alimentó tu cuerpo y la salud que aún te
sostiene. Todo eso es muestra de mi fidelidad. Aunque a veces pienses que
tienes poco, en realidad siempre has tenido lo suficiente porque yo nunca he
permitido que te falte lo esencial.
Amado hijo mío, en esta noche te digo: no estás solo. Yo soy
tu guardián, yo velo por ti, yo pongo ángeles alrededor de tu hogar para
protegerte. Nada podrá hacerte daño, porque estás bajo mi abrigo. Permite que
estas palabras te acompañen hasta que tus ojos se cierren en paz y tus sueños
estén llenos de luz.
Hoy oro contigo. Oro por tu familia, por tus seres queridos,
por tus hijos, por tus padres, por todo aquel que amas. Los cubro con mi manto
y derramó sobre ellos bendiciones abundantes. No temas por los que están lejos,
porque mi presencia llega donde tus brazos no alcanzan.
Hijo amado, también quiero que me entregues tus proyectos y
tus sueños. Aunque parezcan lejanos, yo ya estoy trabajando en ellos. Lo que
hoy no ves, mañana florecerá. Lo que hoy parece cerrado, pronto se abrirá. Y lo
que hoy te inquieta, se convertirá en testimonio de mi poder en tu vida.
Permite que esta noche tus pensamientos se apaguen como se
apaga la luz del día. Permite que tu alma se sumerja en mi paz como el río en
el océano. Permite que yo sea el guardián de tus sueños, el que te acaricia en
silencio mientras duermes. Quédate en esta oración hasta el final, porque en
ella estoy depositando descanso para tu cuerpo y esperanza para tu espíritu.
Amado hijo mío, mañana, cuando el canto de las aves anuncie
un nuevo amanecer, quiero que abras tus ojos con una sonrisa, porque te
recordaré que estuve contigo toda la noche. Y al igual que hoy te sostuve,
mañana también lo haré.
No temas, no dudes, no te inquietes. Yo soy tu Padre eterno,
tu refugio seguro y tu amigo fiel. Te amo más de lo que comprendes, y ese amor
te acompaña siempre.
Descansa, duerme tranquilo y recibe mi bendición. En el
silencio de esta noche, mi paz te cubre y mi amor te abraza. Y cuando
despiertes, lo harás renovado, lleno de vida y con nuevas fuerzas para
conquistar todo lo que tengo preparado para ti.
Amén.