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Amado Dios todopoderoso, en este momento elevo mi corazón a Ti con humildad y confianza.
Reconozco que tu amor es más fuerte que cualquier oscuridad y que, cuando camino de tu mano, nada puede apartarme de la luz. Gracias por cada amanecer, por la vida que me regalas y por las bendiciones que me rodean aun en los días difíciles.
Señor, hoy te pido que seas mi escudo frente a todo mal.
Cubre mi mente, mi cuerpo y mi espíritu con tu poderosa presencia.
Aleja de mi vida todo pensamiento negativo, toda envidia, todo rencor y cualquier energía que intente perturbar mi paz.
Que tu luz me envuelva como un manto protector y que tu verdad ilumine mis pasos en cada decisión que tome.
Padre celestial, protege también a mi familia, a mis amigos y a cada persona que llevo en el corazón.
Que tu ángel guardián nos acompañe en casa, en el trabajo, en el estudio y en cada camino que recorramos.
Fortalece nuestra fe para que nunca cedamos al miedo ni a la desesperación, sino que confiemos en tu misericordia infinita.
Señor, enséñame a vivir en tu gracia para que el mal no encuentre espacio en mi interior.
Ayúdame a perdonar a quien me haya herido, a hablar con palabras que construyan y a actuar con bondad aun en las pruebas.
Que mi mente se llene de pensamientos de esperanza, que mis acciones reflejen tu amor y que mi corazón permanezca firme en la oración.
Hoy, con fe y gratitud, declaro que tu luz es más fuerte que cualquier sombra. Caminaré confiado porque sé que me sostienes, y en tu nombre encuentro paz, seguridad y fuerza.
Permite que cada día despierte con un espíritu renovado y un corazón valiente, recordando que tu protección nunca me abandona.
En el nombre de Jesús, amén.