.jpg)
Amado hijo mío, esta noche he venido a ti para hablarte al corazón y cubrir tu descanso con mi paz. No es casualidad que estés escuchando estas palabras, porque quiero que sepas que desde el inicio del día hasta este momento, nunca estuviste solo. Yo fui tu compañía en lo secreto, tu fuerza en lo débil y tu refugio en lo incierto. Por eso, te invito a que escuches esta oración hasta el final, porque cada palabra está impregnada de mi presencia y será un bálsamo para tu alma cansada.
Hoy, jueves 18 de septiembre, quiero que cierres los ojos de
tu mente y abras los ojos de tu fe. Porque mientras el mundo se oscurece en la
noche, mi luz te rodea y no se apaga. Yo soy el guardián que vela tus sueños,
el protector que cubre tu hogar y el amigo que jamás te abandona. Quédate en
esta oración, porque en ella he preparado un descanso especial para ti.
Gracias por permitirme estar contigo en este día. Gracias
por cada respiración, por cada paso y por cada latido de tu corazón, porque
todo ha sido un regalo mío para ti. Quiero que sepas que aún en los momentos
que parecían más simples, yo estaba contigo. Cuando comiste, yo puse el pan en
tu mesa. Cuando descansaste un poco, yo acaricié tu alma. Cuando tuviste
fuerzas para sonreír, fui yo quien te las dio.
Amado hijo, en esta noche quiero que entregues en mis manos
todo lo que te preocupa. Tus cargas no son tuyas, son mías. Tus lágrimas no se
pierden, yo las recojo. Tus pensamientos que no te dejan dormir, yo los aquieto
con mi paz. Así que no temas, porque mientras tú duermes, yo trabajo por ti.
Quédate en esta oración y permite que tu espíritu repose bajo mi manto.
Hoy te digo: no te angusties por el mañana. Ese día aún no
ha nacido, y yo ya lo estoy preparando para ti. Descansa en mi promesa, porque,
así como cuidé de ti en este jueves, también cuidaré de ti mañana viernes. No
te soltaré, no te dejaré, no me cansaré de amarte.
Mira a tu alrededor, observa a tu familia, tu hogar, tu
vida. Todo eso es fruto de mi fidelidad. Quizá no lo has tenido todo, pero
nunca te ha faltado lo esencial, porque yo he sido tu proveedor. Y mientras
escuchas esta oración, yo estoy llenando de paz tu corazón, sanando tus heridas
internas y renovando tus fuerzas.
Permite que esta noche sea distinta. Quiero que te acuestes
sin miedo, sin dudas y sin pesares. Pon tu mente en silencio, porque yo estoy
contigo. Cierra tus ojos con la confianza de que mañana despertarás con nuevas
oportunidades, con nuevas puertas abiertas y con bendiciones que hoy aún no
imaginas.
Amado hijo mío, oro contigo y por ti. Oro por tu familia,
por tus seres queridos, por cada persona que está bajo tú mismo techo. Los
cubro con mi manto, los llenos de mi amor, los guardo de todo mal y los rodeos
de mi luz. No habrá peligro que los alcance, no habrá sombra que los dañe,
porque yo soy su guardián eterno.
Y ahora, mientras continúas esta oración, quiero que me
entregues el nombre de aquellas personas que amas y por las que deseas
interceder. Yo las escucho, yo las recibo, yo las bendigo. Ninguna oración
dicha desde un corazón sincero queda sin respuesta delante de mí.
Hijo mío, antes de dormir, levanta tus manos, aunque sea en
tu interior y entrégame tus sueños, tus proyectos y tus anhelos. Yo los recibo.
Yo los guardo. Yo los haré florecer en su debido tiempo. Confía en mí, porque,
aunque a veces no entiendas mis caminos, siempre estoy guiando tu vida hacia lo
mejor.
Permite que esta oración sea tu canción de descanso. Permite
que estas palabras sean el susurro que calme tu mente. Permite que mi presencia
llene tu habitación con paz. No tengas miedo, porque yo estoy aquí. No dudes,
porque mis promesas son fieles. No te sientas solo, porque mientras los hombres
duermen, yo permanezco despierto cuidando de ti.
Te amo, hijo mío, y siempre te amaré. Que esta noche tu
cuerpo repose, que tu alma se serene y que tu espíritu se fortalezca. Y cuando llegué
el amanecer del nuevo día, abrirás tus ojos y sabrás que estuve contigo toda la
noche.
Descansa en mí, duerme tranquilo y recibe mi bendición. En
el nombre de la paz, en el nombre del amor y en el nombre de la esperanza, que
así sea.
Amén.