Oración de la Noche para este Miércoles 17 de Septiembre de 2025 - Señal de Fe Oración de la Noche para este Miércoles 17 de Septiembre de 2025

Oración de la Noche para este Miércoles 17 de Septiembre de 2025

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Oración de la Noche

Amado Padre Celestial, en el silencio sagrado de esta noche de miércoles, cuando la semana aún guarda desafíos por delante pero el alma anhela refugiarse en Tu paz, me presento ante Ti con el corazón abierto y las manos extendidas. No vengo con grandilocuencia, sino con la sencillez de un hijo que reconoce en Tu rostro el amor más puro que existe. En este momento donde el día cede su lugar a la oscuridad, confieso que Tu presencia es la luz que nunca se apaga, la compañía que nunca se ausenta, el consuelo que nunca decepciona. Gracias, Señor, porque hoy, una vez más, Tu fidelidad fue mi escudo y Tu misericordia mi sustento.


Te doy gracias, Dios de toda bondad, por el don de este día completo. Por cada aliento que llenó mis pulmones, por los latidos de mi corazón que cantaron la canción de la vida que Tú compusiste para mí. Agradezco profundamente la comida que nutrió mi cuerpo, el techo que me cobijó, las risas que alegraron mi espíritu y hasta las lágrimas que me enseñaron a depender más de Ti. Reconozco Tu mano providente en lo grande y en lo pequeño: en la meta alcanzada, en el obstáculo superado, en la palabra de aliento recibida, en el aprendizaje que nació del error. Todo lo conviertes en gracia. Todo lo transformas en bendición.

Señor, en este examen sereno del día, también te presento aquellos momentos donde mi fe flaqueó, donde la impaciencia ganó terreno, donde la queja opacó la gratitud. Te pido perdón por las veces que cerré mis oídos a Tu voz suave, que preferí mi camino al Tuyo, que dudé de Tu cuidado en medio de la dificultad. Lava, Jesús, con el torrente precioso de Tu Sangre redentora, toda falta, toda omisión, toda mancha que haya empañado mi alma hoy. Purifícame. Restáurame. Hazme nuevo otra vez por el poder de Tu Espíritu Santo.

Y ahora, oh, Dios, mi Refugio eterno, llega el momento del abandono total. Aquí, en la intimidad de esta noche, te entrego todo lo que soy y todo lo que tengo. Te confío específicamente cada preocupación que roba mi paz: las tensiones del trabajo, las incertidumbres económicas, los desafíos en las relaciones, los temores por la salud. Te suelto el control de lo que nunca estuvo en mis manos. Tomo cada pensamiento de ansiedad, cada hilo de estrés, cada sombra de duda, y deliberadamente los deposito en Tus manos eternas. Tú cargas con ello. Tú te haces responsable. Yo me libero. Me despojo de todo peso para correr mañana con ligereza la carrera que Tú has puesto delante de mí.

Divino Espíritu Santo, Tú que eres el Consolador perfecto, envuelve mi hogar en este instante. Extiende Tu manto de protección sobre cada rincón, sobre cada persona que duerme bajo este techo. Pon un cerco de fuego santo alrededor de nuestra morada; que ningún mal, visible o invisible, pueda traspasarlo. Guarda nuestras mentes de toda turbación y nuestros cuerpos de todo peligro. Concede a cada miembro de mi familia el don de un sueño profundo, reparador y pacífico. Que nuestro descanso sea un acto de fe, una declaración de que mientras nosotros dormimos, Tú, Señor, velas por nosotros sin cesar.

Encomiendo también a Tu cuidado, Padre misericordioso, a todos aquellos que en esta noche no encuentran paz: los enfermos, los que lloran, los desempleados, los que se sienten solos y abandonados. Llénalos con la tangible certeza de Tu presencia. Que encuentren en la oscuridad el abrazo de Tu amor infinito.

Mañana, al despertar, si Tu voluntad así lo permite, no permitas que lo primero que encuentre sean los ecos de las cargas que hoy te he entregado. Que mi primer pensamiento sea de acción de gracias, y mi primer impulso, buscar Tu rostro para recibir la fuerza y la sabiduría para el nuevo día. Confío en que Tú irás delante de mí, allanando el camino y preparando el terreno para que cada paso mío sea firme y cada palabra mía sea guiada por Ti.

Señor, me acuesto en paz porque sé que todo está en Tus manos. Me duermo confiado porque sé que Tu cuidado es perfecto. Me abandono a Tu voluntad porque sé que Tus planes para mí son de bienestar y no de mal. Gracias por ser mi Padre. Gracias por ser mi Guardián. Gracias por ser mi Paz.

En el nombre poderoso de Jesucristo, tu Hijo amado, te lo entrego todo. Amén.

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